domingo, 5 de abril de 2020

FILOSOFÍA DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA UNIVERSITARIA

SUMILLA.

Hablar de la Administración Pública Universitaria; es hablar propiamente del escenario en el que tanto la comunidad universitaria, así como el científico y el filósofo desarrollan su campo de acción: la Universidad; bajo diversas formas de actividades académicas y administrativas específicas que sirven de apoyo a todo el proceso institucional.

La primera característica que ha de tener un modelo filosófico administrativo es, sin duda, una ética; pues no hay parámetro humano que pueda trabarse en la sociedad sin una tabla de valores universales, es decir, que sean universalmente aceptados. La unidad, como facultad natural de todo cuerpo natural o abstracto adecuadamente organizado. Los recursos humanos, integrado por aquellos que por vocación forma parte de la organización gubernamental para el desarrollo de determinadas actividades individuales y/o grupales; y finalmente el conocimiento, que le permitirá distinguirse de los demás en virtud de la meritocracia.

1.        LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA UNIVERSITARIA ES DISTINTA DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA GUBERNAMENTAL?.

Siempre que nos referimos a la Universidad, la describimos primeramente como una entidad o institución de enseñanza superior. Sin embargo, dicho enfoque resulta ser reduccionista, porque no asumimos holísticamente lo que realmente el sistema universitario representa.

El corolario es: una mano ayuda a la otra. Pero para que ambas manos puedan cumplir cada una con su función, requieren de otro órgano que controle y regule sus acciones y reacciones, quien además realiza complejas e importantes funciones, toda vez que constituye el centro de nuestro sistema nervioso: el cerebro.

Así como nuestro cerebro representa la parte holística del cuerpo humano, en el caso de las personas jurídicas de derecho público, existe alguien que no solo representa sus intereses, sino que además ejerce un conjunto de actos tendientes a la materialización de sus fines; el representante legal o titular de entidad, quien por el principio de unidad de Estado tiene autoridad, capacidad de liderazgo, sapiencia, humanismo y sobre todo vocación de servicio.

Servir a la sociedad, no es propiamente un deber, sino un acto noble. Servir a la universidad y sobre todo a la comunidad universitaria en su conjunto, representa el más caro anhelo que muchos pretenden, pero que solo muy pocos son capaces de entender y ponerlo en práctica.

La universidad representa la base para desarrollar el conocimiento fomentando en todo momento el debate y la investigación. Ello porque bien se sabe que conocimiento que no se transmite o que se transmite y no se aplica, termina en el tintero y no desarrolla ni transforma su propia verdad. La Universidad es un lugar de búsqueda constante y enseñanza de la verdad, aunque esta no sea absoluta. Pero si no hay empeño en la búsqueda de la verdad, de la coherencia y la claridad, no habrá propiamente labor universitaria.

Por otro lado, la administración universitaria debe contribuir no solo en dosificar el presupuesto para la formación de profesionales en la búsqueda de la verdad, sino que además debe preocuparse por capacitar constantemente a sus catedráticos sobre temas de actualidad y hacer posible la publicación de un boletín mensual. En general, la administración universitaria debe facilitar la evolución del conocimiento y su aplicación práctica a nivel social promoviendo los mecanismos alternativos de viabilidad fáctica en el proceso de enseñanza-aprendizaje, y sobre todo la ejecución de proyectos de investigación científica y tecnológica con la participación de todos los miembros que forman parte de la comunidad universitaria y de la comunidad científica en general, evitando en lo posible las trabas burocráticas y demás posturas reglamentistas a nivel gubernamental que en algunos casos limitan el desarrollo universitario. La Administración Pública Universitaria, es distinta de la administración gubernamental pero no desligada de ella. El ejercicio de la docencia universitaria implica por ejemplo dedicación a las labores académicas y de investigación sobre todo; el cual se limita cuando la administración gubernamental impone o crea trabas burocráticas equiparando sobre todo el factor remunerativo respecto de los demás entes gubernativos.

Es por ello que, cuando constantemente se adoptan políticas gubernamentales para supuestamente mejorar el sistema universitario, resulta ser todo lo contrario. La universidad como corporación educativa tiene como finalidad esencial la creación intelectual y artística, la formación profesional, la difusión cultural así como la investigación científica y tecnológica. Estas corporaciones poseen alumnado, cuerpo docente, personal administrativo y egresados que le dan vida. Sus principios esenciales[1] son la autonomía normativa (Implica la potestad autodeterminativa para la creación de normas internas (estatuto y reglamentos) destinadas a regular la institución universitaria), autonomía de gobierno (implica la potestad autodeterminativa para estructurar, organizar y conducir la institución universitaria, con atención a su naturaleza, características y necesidades. Es formalmente dependiente del régimen normativo), autonomía de académica (implica la potestad autodeterminativa para fijar el marco del proceso de enseñanza-aprendizaje dentro de la institución universitaria. Supone el señalamiento de los planes de estudios, programas de investigación, formas de ingreso y egreso de la institución, etc. Es formalmente dependiente del régimen normativo y es la expresión más acabada de la razón de ser de la actividad universitaria), autonomía de administrativa (implica la potestad autodeterminativa para establecer los principios, técnicas y prácticas de sistemas de gestión, tendientes a facilitar la consecución de los fines de la institución universitaria, incluyendo la organización y administración del escalafón de su personal docente y administrativo) y la autonomía económica (implica la potestad autodeterminativa para administrar y disponer del patrimonio institucional; así como para fijar los criterios de generación y aplicación de los recursos). Lo que importa filosóficamente hablando es que la Universidad sea un agente de transformación social con capacidad de autogobierno para la disposición autárquica de sus propios recursos financieros, con un control gubernamental rígido y normas enfocadas a la realidad universitaria, distintos de la realidad gubernamental, solo así se logrará establecer un sistema universitario líder dedicado a la investigación científica y tecnológica, así como formar profesionales competentes pero por sobre todas las cosas se podrán formar personas con un fuerte compromiso con la vida, la familia, la participación y el desarrollo social.

2.        LOS PROBLEMAS DE LA ORGANIZACIÓN UNIVERSITARIA.

Para emprender la tarea de organizar la universidad, sus autoridades deben interiorizar su concepción y conocer las funciones específicas que cumple, los cuales no pueden ser cumplidos por ningún otro ente en particular.

Nuestra nueva Ley Universitaria N° 30220, define a la universidad como aquella comunidad académica orientada a la investigación y a la docencia, que brinda una formación humanista, científica y tecnológica con una clara conciencia de nuestro país como realidad multicultural. Adopta el concepto de educación como derecho fundamental y servicio público esencial.

Conforme advertimos, la definición esbozada tiene un contenido místico que solo es posible alcanzar si se cumple la función de buscar y encontrar conocimientos, y a su vez difundirlos a nivel social, sin dejar de lado la formación humanista de los educandos.

En tal sentido, si bien la universidad brinda otros tipos de servicios a la comunidad universitaria en general mediante la proyección social y la extensión universitaria, ello no debe convertirse en una función esencial, tales como hacer deporte o hacer política. Lo que tiene que hacer la universidad respecto a la política por ejemplo es estudiarla y debatir democráticamente las distintas formas políticas que existen en el escenario nacional e internacional. La política debe hacerse fuera de la universidad, y en los ambientes educativos se debe estudiar el proceso político de manera científica, hacer ciencia política en lo posible pero no aislada de la sociología, ni de la economía ni de la historia.

Exigir al estudiante universitario para que dedique más tiempo al estudio y complementariamente a otras actividades es responsabilidad de los catedráticos universitarios al asumir tan encomiable labor, en una universidad pública como la nuestra, ya que nuestra sociedad requiere que se devuelva lo invertido en su educación, al cual no pueden acceder todos aquellos que si tienen deseos de estudiar, más aun si en nuestro país asistir a la universidad no es un derecho sino un privilegio, y este privilegio hay que ganárselo.

La universidad debe concentrar a los mejores estudiantes, a fin de contar con un grupo selecto de intelectuales, profesionales y artistas; para ello se debe facilitar su ingreso mediante becas y medias becas a quienes no pueden asumir los costos universitarios. Así mismo, la enseñanza-aprendizaje debe estar enmarcado dentro de una currícula de estudios flexible que permita de ser posible enseñar cursos de formación básica solo los elementales o esenciales afines con la carrera profesional y sobre todo debe establecerse una cierta tradición académica respecto del cuerpo docente en relación a qué es lo que puede enseñar y que es lo que no debe enseñarse, sin proscribir claro está la libertad de creación, de comunicación cultural, de enseñanza y libertad de cátedra.

Además se debe tener en cuenta que los docentes universitarios deben ser a tiempo completo o dedicación exclusiva, de lo contrario no tendrá tiempo para investigar. El profesor investigador debe ser a dedicación exclusiva y ganar un sueldo adecuado a fin de evitar que la universidad se convierta en una ventana al desempleo y sobre todo, la carga académica no debería establecerse sobre directivas o normas burocráticas, sino pensando siempre en los logros que aportará dicho docente al dedicarle mayor tiempo a la investigación.

Para organizar adecuadamente una universidad, además se debe contar con laboratorios y talleres debidamente equipados a fin de garantizar la investigación experimental o cuasi experimental, dotándolo de investigadores, asistentes y personal técnico calificado que sean capaces de reparar los instrumentos o incluso perfeccionarlos. Para ello, se debe priorizar el presupuesto con la finalidad de tenerlos en buen estado de funcionamiento y vida útil, de lo contrario se corre el riesgo de convertir nuestros laboratorios en un cementerio de instrumentos los cuales han sido adquiridos a precios costosos, y pagados con el tributo de los contribuyentes. Por otro lado, se debe propender al trabajo conjunto entre trabajadores administrativos, docentes, estudiantes y egresados para mejorar la organización universitaria y limitar el cogobierno, ya que por cultura, cuando la ignorancia se impone en las decisiones colegiadas se limita el avance en la gestión académica y administrativa de la universidad, lo cual no quiere decir que esté propugnado la autoridad jerarquizada o autoritaria, más por el contrario se debe permitir la participación de los estamentos universitarios en la toma de decisiones, sin que ello implique subordinación.

Así mismo, la universidad debe estar al servicio de la sociedad mediante la creación de centros de producción y centros de perfeccionamiento e investigación a favor del sector público y privado, con la finalidad de autosostenerse para mejorar la prestación de sus servicios. Se tiene que impulsar la colaboración entre la universidad y la empresa


En conclusión, si pretendemos diseñar la universidad del siglo XXI, debemos adoptar un enfoque holístico e intentar desarrollar marcos lógico-matemáticos, de ingeniería, derecho, y filosofía; en los cuales los sistemas físicos, mentales, cognitivos, sociales y metafísicos puedan ser estudiados. El motivo es que la universidad no es nada más que uno de los engranajes del factor cultural que a su vez está íntimamente ligado con el factor político y el factor económico. Los universitarios deben comprender que, para poder abordar cualquiera de los problemas culturales, económicos o políticos de la sociedad, se deben capacitar en todas las ramas de la cultura. Pero también se debe comprender que no hay universidad auténtica sin libertad de investigación y enseñanza, pero que como toda libertad, la libertad académica impone una obligación: la de ajustarse a los cánones de la búsqueda de la verdad y de la eficiencia. Dicho de otro modo en la universidad no tienen cabida los charlatanes.

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